Habíamos dejado a CV y su gente frente a la costa de La Florida. Este nombre de Florida obedece a una doble razón. La primera y la más segura es que esta península fue descubierta el día de Pascua Florida de 1913 por Ponce de León. La segunda es que, efectivamente, se trataba de una tierra de una vegetación “lujuriante” y, por lo tanto, “florida”. Pero esta razón a mí no me convence mucho porque casi todas las tierras hasta entonces descubiertas eran así: Haití y Santo Domingo, Cuba, Panamá, Yucatán, Venezuela… Es decir, en ese sentido no se distinguía La Florida de las otras tierras descubiertas.
La expedición de Narváez respondía a una “capitulación” del propio Narváez con el rey Carlos V. Las capitulaciones eran una especie de contratos entre la autoridad real y los particulares para el descubrimiento, conquista y colonización de tierras. En virtud de este contrato el interesado se convertía en gobernador de las tierras descubiertas, y tenía derecho a un porcentaje de las riquezas de ellas obtenidas o producidas. Narváez había recibido el permiso para descubrir y poblar “desde el río de las Palmas” hasta La Florida. El tal río de las Palmas según he podido averiguar corresponde a la actual población de Soto la Marina en Méjico. O sea, la “concesión” comprendía todo el arco norte del golfo de Méjico, más de 2000 kilómetros, naturalmente con las tierras que estuvieran en el “hinterland” y de las cuales no se sabía absolutamente nada todavía. Aquellos sí que eran chulos, y con “amplios horizontes”. No peleaban por una sebe, desde luego. Lo único malo era que el tal Narváez no era un Hernán Cortés ni un Pizarro. C.W. Ceram lo califica así en El Primer Americano:”Narváez no era de la fusta de los grandes caudillos de la conquista. Era despótico sin ser verdaderamente superior a los demás, cruel sin valor e impetuoso sin prudencia. Le bastaron vagas referencias de que en alguna parte del norte vivía una tribu que nadaba en oro, para que abandonara las naves y con un puñado de hombres se pusiera en camino tierras arriba, sin rumbo fijo y sin la menor idea de los peligros a los que se exponía”. Este Narváez es el mismo de la matanza de Caonao, en Cuba, que denunció Las Casas, y el que fue enviado contra Hernán Cortés y al que este desbarató en un momento en un asalto lleno de astucia. Por estas fechas estaba el pobre tuerto por una lanzada que había recibido en aquella batalla.
¿Qué pasó cuando los expedicionarios se decidieron a desembarcar en la bahía de Tampa, o, según otros, en la de Port Charlotte? Pues, claro, a partir de ahora tenemos que guiarnos exclusivamente por las palabras de Cabeza de Vaca. Pero, según algunos, la cosa no está demasiado clara. Parece ser que hay muchos puntos oscuros en el relato de CV.