Fail. Estaba cantado. Pero había que probarlo. Incluso sabiendo de antemano y sobre seguro qué problemas concretos eran insalvables, había que probarlo… Para dejarlo por escrito, al menos, que es como más solemne. Así, el G30 Test con Trisquel 7 ha sido un fracaso rotundo. Os cuento.
La idea detrás de esta sección es tan sencilla como probar diferentes distribuciones en un portátil de gama alta y componentes modernos en el que Ubuntu va francamente bien. Y si Ubuntu va bien, ¿no debería cualquier otro GNU/Linux ir igualmente bien? Pues no. Lo comprobamos, primero con OpenMandriva Lx 2014.1, después con openSUSE 13.2, que hasta ahora es la que mejor puntúa, casi al nivel de Ubuntu.
Los principales escollos a salvar en el G30 Test son el reconocimiento del hardware y la gestión de las dos gráficas, la compatibilidad por defecto de hardware y software. Asimismo, la referencia es Ubuntu porque todo funciona por defecto y por las facilidades que brinda esta distribución en aspectos como la mencionada gestión gráfica. Por eso mismo optamos por evitar derivadas de Ubuntu, para que la muestra fuese más variada.
Sin embargo, hay una descendiente rebelde de Ubuntu muy especial: Trisquel, una de las pocas distribuciones cien por cien libres que para mayor interés lanzó el mes pasado su última versión, Trisquel 7.0 LTS, basada en Ubuntu 14.04 LTS. ¿Qué podía salir mal?
Para empezar, Trisquel no da soporte al UEFI de Microsoft, por lo que hay que desactivarlo para proceder a la instalación. Esto supone el adiós a compartir máquina entre Windows y Linux. La postura de la distribución es coherente con sus principios, así que solo cabe explicárselo al usuario despistado.
El instalador de Trisquel es el de Ubuntu retocado -nada de “instalar este software de terceros”, por supuesto-, de manera que os podéis hacer una idea, porque en menos de lo que tarda un niño en comerse un caramelo el sistema estaba listo para la acci… el accidente. El mismo que tuve con OpenMandriva, esta vez sin solución: “colega, ¿dónde está mi Wifi?“; “al final del camino de baldosas amarillas”, podría haber sido la respuesta, y es que se hacía imprescindible romper la magia del software libre.
La única vía para echar a andar el Wifi pasaba por acudir a los repositorios de Ubuntu en busca del controlador, que es libre pero tiene una dependencia maldita en la forma de firmware privativo, que es donde Trisquel pone la raya roja. Y aquí aparece el dilema, pues mancillar la distro con software privativo es la solución a todos los problemas.
Con la gestión de la doble gráficas más de lo mismo. Por defecto Trisquel detecta la Intel y su rendimiento es realmente bueno, pero ni siquiera incluye en los repositorios Bumblebee para facilitar la tarea de utilizar la Nvidia. Con un esfuerzo adicional el usuario puede agenciarse con Bumblebee mediante un PPA de Ubuntu, lo que en un principio no ensuciaría la pureza del sistema. Pero incluso en ese caso sería un desperdicio, tal y como apuntaba con respecto al Purism Librem 15.
Es seguro que Trisquel -o cualquier otra distribución de su categoría- se llevará mejor con según qué hardware; es posible que en un futuro cercano componentes como los del Graphite de Mountain estén mejor soportados solo con software libre, que los firmwares se liberen y los controladores gráficos ganen en prestaciones… Hoy por hoy, la historia es distinta.
Personalmente y más allá de los conflictos hardware-software, no sé si usaría Trisquel -por diferentes motivos, por ejemplo, me parece genial la irrupción de Steam en Linux-, aunque la he usado anteriormente con buenos resultados -en hardware caduco, también hay que decirlo- y la recomendaría. Sí, la recomendaría sin dudarlo, siempre que se adapte a las circunstancias, sobra añadir. En especial Trisquel 7 les ha salido bastante redonda, o esa ha sido mi sensación el tiempo que la he estado probando.
Pero donde hay patrón no manda marinero, y el patrón exige sacarle el máximo rendimiento a la máquina sí o sí, que el dinero que cuesta no es moco de pavo. Y como ha sido que no, Trisquel out.