Claire Caín Miller señala en el New York Times que los economistas siempre argumentaron que, al igual que en buggy-makers dieron paso a las fábricas de automóviles, la tecnología utilizada creo tantos puestos de trabajo como destruyó. Pero ahora hay una profunda incertidumbre sobre si el patrón continuará, como dos tendencias están interactuando. En primer lugar, la Inteligencia Artificial se ha vuelto mucho más sofisticadoa en un corto período de tiempo, con máquinas que ahora son capaces de aprender, no sólo tienen que seguir las instrucciones programadas, y capaces de responder al lenguaje humano y el movimiento.
Al mismo tiempo, la fuerza de trabajo estadounidense ha adquirido habilidades a un ritmo más lento que en el pasado -ya un ritmo más lento que en muchos otros países-. Los vehículos de auto-conducidos son un ejemplo de las contracorrientes. Los coches autónomas podrían poner a los conductores de camiones y taxis sin trabajo -o podrían permitir a los conductores ser más productivos durante el tiempo que utilizan para descansar, lo que podría ganar más dinero. Esperando siempre que suceda el resultado más feliz, los pilotos tendrían las habilidades para hacer nuevos tipos de puestos de trabajo.
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