Hace poco tiempo el profesor de Historia de la Comunicación en la Universidad nos explicó a los alumnos que los monstruos, las sirenas, etc, aparecieron en las mentes de la gente en la antigüedad gracias al espacio geográfico tan reducido que conocían sus gentes. Todo lo que sobrepasaba las montañas cercanas a su pueblo ya les era el “más allá”. Eso hacía que cuando alguien viajaba a ese “más allá” explicara las historias y los conocimientos que había adquirido con entusiasmo cuando volvía. Y todos sabemos que cuando hacemos algo solos y después se lo explicamos a nuestros amigos tendemos a exagerar las cosas. Pues bien, estas personas cuando volvían quizá explicaban algo sobre una nueva especie animal que habían visto con ese entusiasmo tan traicionero pero a la vez tan humano. El caballo que habían visto seguramente lo describían como algo muy grande, con una larga cola, con una fuerza enorme, que impactaba al verlo… La persona que recibía esta información la escuchaba con el mismo entusiasmo e iba a explicarla a otro amigo. En esta segunda explicación el caballo ya empezaba a tener dientes muy afilados, en la siguiente el caballo ya hacía cinco metros de altura y en la otra echaba fuego por la boca y acababa convertido finalmente en un dragón.
Esto sigue pasando en la actualidad, pero como grandes ignorantes que somos, pensamos que somos los más sabios del universo y que todas las explicaciones que damos son las más objetivas, las más acertadas, las más verdaderas que podrían existir. Pues bien, dudo que esto sea así. Seremos unos expertos en explicar nuestro mundo, que aún siendo mucho más grande que el conocían las personas en la antigüedad sigue siendo terriblemente pequeño, diminuto. El universo es tan inmenso que nosotros nos seguimos imaginando dioses, OVNIS o apocalipsis. Son los monstruos de la actualidad. Nos reímos del dragón de Sant Jordi y no nos damos cuenta que tememos a los extraterrestres.
Pero igual que nos hemos dado cuenta de que el monstruo del Lago Ness no existe (o eso parece), algún día también nos daremos cuenta de la existencia extraterrestre (que ahora nos parece tan lejana) o de si algún día se acabará el mundo o no. Quizá también descubriremos si Dios existe o no. Pero lo que realmente quería decir ahora, es que eso que actualmente nos parece que pertenece al “más allá”, al infinito, algún día será sabido popularmente como verdadero o falso y dejará de pertenecer a la categoría de monstruos actuales.
Esto me lleva a recordar una idea que le dije un día a mi amigo Albert, uno de los autores de este blog , en una conversación un poco abstracta. Decía así aproximadamente:
-Ahora me encuentro en el infierno Albert, pero hay buena gente aquí.
– Ah sí? Y que les preocupa a esta gente?
-Se preguntan si existe “un más allá”.
Este pequeño fragmento me sirve para ver que aunque descubramos la verdad sobre alguna cosa, al momento de desenmascararla ya nos estaremos preocupando por la siguiente verdad que nos intriga descubrir. Así es el ser humano. Eso es lo que hace que nuestra vida histórica no sea monótona. Eso es lo que hace que sea como un juego. Pero hay una cosa que sí que hay que tener clara: iremos descubriendo poco a poco más y más verdades, igual que iremos descubriendo mentiras de algo que antes creíamos cierto, pero nunca obtendremos la verdad global cierta de todo lo que nos rodea. Nunca sabremos todas las verdades. Siempre tendremos más y más cosas que explorar. Pero la siguiente verdad por descubrir tened por seguro que se encuentra muy cerca de nuestras manos. Aunque no os puedo asegurar que sea cierta para siempre.
Sergi Escudero Jordà
Artículo publicado en http://pitipugui.blogspot.com/ el 11 de noviembre de 2009.